Conversar con Gabriela Molina sobre el desperdicio de los alimentos, nos replantea la idea del foodie convencional para ir más allá del sabor o la estética en un plato de comida y entender qué hay detrás de su preparación, sin olvidarnos de lo que se desperdicia, en un mundo donde el hambre o la falta de alimentos es un problema latente. Gaby trae a Bolivia la organización PlatoLleno.org y está preparando una campaña navideña.

¿Cómo decides traer Plato Lleno a Bolivia?
Una amiga me pasó el dato de Platolleno.org. Me contacté con ellos después de un voluntariado que hice en Francia. Esta red que está Argentina, Brasil, Uruguay y Costa Rica. Bolivia será el quinto país latinoamericano en la lucha del desperdicio de alimentos.
¿Cómo debe ser un foodie consciente?
A mi parecer, ese término hoy día alienta a mirar la comida desde un punto de vista anticuado y muchas veces dañino. Nos ha vuelto obsesionados con lo que hay en el plato, olvidando a toda la cadena detrás y, sobre todo, haciendo creer que el valor esta solo plasmado en lo que se ve. Creo que para que realmente le pongamos una nueva dimensión a la palabra foodie, tendríamos que llevar esa mirada a otras direcciones (el campo, los productores, los que trabajan en el servicio y cocina), y que el plato es solo una parte de esa cadena.

¿En qué consiste la campaña de Navidad?
Estoy armando el evento “Disco Soup” para estas fechas donde, con restaurantes y chefs locales, podamos hacer sopa con alimentos rescatados para hogares y comedores locales en Santa Cruz.
¿Conoces algún restaurante o chef que esté trabajando para prevenir tanto desperdicio?
¡Claro que sí! Admiro mucho a Tristram Stuart, que fundó Feedback para atacar el desperdicio alimenticio y Palmiro Campo, chef peruano que fundo CCori que también promueve la reducción del despilfarro de alimentos mediante una gastronomía que optimiza el alimento. Ambos tienen charlas TED donde explican toda la problemática y como atacarla.